miércoles, 12 de octubre de 2022

La hibernación

 

No tuve más remedio que mirarme al espejo para ver si habían desaparecido ya aquellas redondeadas y peludas orejas, revoloteé mi cabellera para cerciorarme de que se habían esfumado antes de presentarme a la escuela. … tal vez deba explicarte desde un poco antes...

Durante aquellos días de encierro la pasaba bastante mal y sin salir de mi habitación. Mi abuelo me visitó un día y me entregó un libro viejo: —Es una enciclopedia — me dijo. —Tómate un tiempo para hojearla, seguro encontrarás algo que te interese.

Con poco entusiasmo examiné la enciclopedia, me quité los zapatos y me tumbé en un sillón mientras hojeaba ese libro tan extraño, tan lleno de información diversa; mis pies se agitaban en el aire mientras mis ojos se deslizaban entre segmentos titulados: Los perros y sus razas, Cien razas de gatos o Curiosidades de las aves exóticas. Mi mirada se alternaba entre mis pies desnudos y La vida de los osos: datos para una hibernación exitosa. Me atrapó la idea de cómo los osos se entregan a su sueño de invierno, guardados en una caverna, bajando las pulsaciones de su cuerpo y manteniéndose en una posición inmóvil para retener el calor.

Esa fue la primera sospecha de mi transformación: tenía varios días sintiendo un frío intenso, era como un frío que salía desde los huesos y para el que ninguna manta era suficiente, además, iba acompañado de un vacío interior: no había visto a mis amigos y sentía que en casa había pocas cosas que atrajeran mi atención. El vacío se llenaba de tristeza y la tristeza se volvía un costal pesado para cargar por mucho tiempo obligándome a dormir. Un par de orejas peludas se afinaron en cada sueño vespertino que me retenía en la cueva. Así fue que hiberné aquellos días convirtiéndome poco a poco en una melenuda y pesada osa.


Como el despertar de un sueño muy profundo, regresamos a la escuela presencial. No tuve más remedio que mirarme al espejo para ver si habían desaparecido ya aquellas redondeadas y peludas orejas, revoloteé mi cabellera para cerciorarme de que había dejado de ser osa antes de presentarme a la escuela y aunque no encontré ningún rastro de ellas, una especie de pesadez me causaba ciertas dudas. Un pie tras otro me animé a salir de la cueva, y al llegar a la escuela, mi maestra me recibió con una paleta de miel y una cálida bienvenida.

Era extraño reencontrarme con los amigos y seguir sintiendo el vacío interior tan lleno de tristeza. Mis pies y mis manos seguían las indicaciones, desconectadas completamente de mi cabeza, como si no hubiera salido del letargo: hacían filas, líneas o trazos sin protestar y afortunadamente el cubrebocas me libraba de exponer posibles rastros de mi transformación, me hacía sentir segura y desapercibida.

Hace días que mi maestra me observa y parece no darse por vencida, hoy en el recreo me ha lanzado una pelota a los pies invitándome a jugar con ella. Al verme vacilante me tomó de la mano y corrimos juntas atravesando el patio de recreo, algunos otros compañeros se unieron y en poco tiempo todos reíamos y nos tocábamos sin hacer mucho caso de la pelota; fue justo en ese momento que una chispa se encendió en mi cuerpo acelerando mis pulsaciones, mis pies se conectaron con mi cerebro y una ola de calor me recorrió de pies a cabeza. Al terminar el recreo mi maestra me abrazó cariñosa y despeinando un poco mi melena dijo: —Romina, la hibernación ha terminado.

 

    Para reflexionar un poco:
Cuando los osos emergen de
                          la madriguera, pasan a un estado de                     "hibernación móvil”.  Durante varias semanas
parecerán aturdidos hasta que sus cuerpos 
           se recuperen por completo.  



Flores del pedregal (Colección: Un rayito de esperanza)



4 comentarios:

  1. Me alegra saber que siempre podemos encontrar personas que "avientan la pelota" o "despeinan la melena" y ayudan a salir de la hibernación del alma....los cuentos son algo de eso. Gracias por tus historias Betty.
    Rosy Bravo

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    Respuestas
    1. Qué alegría saber que las historias sirven para despertar la sensibilidad de mirar a los demás y sobre todo a los más pequeños. Gracias por tus comentarios Rosy.

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  2. Wow!!! Gracias por recordarnos cómo un simple y pequeño acto de amor puede transformar una vida, y por tu genuino amor y preocupación por nuestros niños 🥰

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  3. La hibernación, en la que muchos se quedaron y otros como dice este bello cuento, salieron gracias a un pequeño acto de amor. Hermoso 💚

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