No
tuve más remedio que mirarme al espejo para ver si habían desaparecido ya aquellas
redondeadas y peludas orejas, revoloteé mi cabellera para cerciorarme de que se habían
esfumado antes de presentarme a la escuela. … tal vez deba explicarte desde un
poco antes...
Durante
aquellos días de encierro la pasaba bastante mal y sin salir de mi habitación.
Mi abuelo me visitó un día y me entregó un libro viejo: —Es una enciclopedia —
me dijo. —Tómate un tiempo para hojearla, seguro encontrarás algo que te
interese.
Con
poco entusiasmo examiné la enciclopedia, me quité los zapatos y me tumbé en un
sillón mientras hojeaba ese libro tan extraño, tan lleno de información diversa;
mis pies se agitaban en el aire mientras mis ojos se deslizaban entre segmentos
titulados: Los perros y sus razas, Cien razas de gatos o Curiosidades
de las aves exóticas. Mi mirada se alternaba entre mis pies desnudos y La
vida de los osos: datos para una hibernación exitosa. Me atrapó la idea de
cómo los osos se entregan a su sueño de invierno, guardados en una caverna,
bajando las pulsaciones de su cuerpo y manteniéndose en una posición inmóvil
para retener el calor.
Esa fue la primera sospecha de mi transformación: tenía varios días sintiendo un frío intenso, era como un frío que salía desde los huesos y para el que ninguna manta era suficiente, además, iba acompañado de un vacío interior: no había visto a mis amigos y sentía que en casa había pocas cosas que atrajeran mi atención. El vacío se llenaba de tristeza y la tristeza se volvía un costal pesado para cargar por mucho tiempo obligándome a dormir. Un par de orejas peludas se afinaron en cada sueño vespertino que me retenía en la cueva. Así fue que hiberné aquellos días convirtiéndome poco a poco en una melenuda y pesada osa.
Como el despertar de un sueño muy profundo,
regresamos a la escuela presencial. No tuve más remedio
que mirarme al espejo para ver si habían desaparecido ya aquellas redondeadas y
peludas orejas, revoloteé mi cabellera para cerciorarme de que había dejado de ser
osa antes de presentarme a la escuela y aunque no encontré ningún rastro de
ellas, una especie de pesadez me causaba ciertas dudas. Un pie tras otro me
animé a salir de la cueva, y al llegar a la escuela, mi maestra me recibió con
una paleta de miel y una cálida bienvenida.
Era extraño reencontrarme con los amigos y seguir
sintiendo el vacío interior tan lleno de tristeza. Mis pies y mis manos seguían
las indicaciones, desconectadas completamente de mi cabeza, como si no hubiera
salido del letargo: hacían filas, líneas o trazos sin protestar y
afortunadamente el cubrebocas me libraba de exponer posibles rastros de mi
transformación, me hacía sentir segura y desapercibida.
Hace días que mi maestra me observa y parece no darse
por vencida, hoy en el recreo me ha lanzado una pelota a los pies invitándome a
jugar con ella. Al verme vacilante me tomó de la mano y corrimos juntas
atravesando el patio de recreo, algunos otros compañeros se unieron y en poco
tiempo todos reíamos y nos tocábamos sin hacer mucho caso de la pelota; fue
justo en ese momento que una chispa se encendió en mi cuerpo acelerando mis
pulsaciones, mis pies se conectaron con mi cerebro y una ola de calor me
recorrió de pies a cabeza. Al terminar el recreo mi maestra me abrazó cariñosa
y despeinando un poco mi melena dijo: —Romina, la hibernación ha terminado.
Para reflexionar un poco:
Cuando los osos emergen dela madriguera, pasan a un estado de "hibernación móvil”. Durante varias semanas
parecerán aturdidos hasta que sus cuerpos
se recuperen por completo.


Me alegra saber que siempre podemos encontrar personas que "avientan la pelota" o "despeinan la melena" y ayudan a salir de la hibernación del alma....los cuentos son algo de eso. Gracias por tus historias Betty.
ResponderBorrarRosy Bravo
Qué alegría saber que las historias sirven para despertar la sensibilidad de mirar a los demás y sobre todo a los más pequeños. Gracias por tus comentarios Rosy.
BorrarWow!!! Gracias por recordarnos cómo un simple y pequeño acto de amor puede transformar una vida, y por tu genuino amor y preocupación por nuestros niños 🥰
ResponderBorrarLa hibernación, en la que muchos se quedaron y otros como dice este bello cuento, salieron gracias a un pequeño acto de amor. Hermoso 💚
ResponderBorrar